domingo, 8 de marzo de 2009

San JoséMaria y los ángeles.





Se dice que San Josemaría, al momento de saludar a cualquier otra persona, saludaba antes al Angel Custodio de ella.

También que este santo tenía una conversación diaria y constante con su propio ángel, a quien dejaba siempre un “espacio” al entrar a un lugar o pasar por una puerta, tal vez como una forma de mantener la constante conciencia de su presencia. Su vida está plagada de anécdotas relativas a su Custodio.

Ten confianza con tu Angel Custodio. - Trátalo como un entrañable amigo - lo es - y él sabrá hacerte mil servicios en los asuntos ordinarios de cada día.

(San Josemaría, Camino, Devociones, Punto 562)

“Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida” (S. Basilio, Eun. 3, 1).

Si piensas que no hay nadie más que tú viendo la pantalla mientras lees estas líneas, te equivocas. Hay alguien que está ahí, justo a tu lado, verdaderamente presente.

La existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe, para nuestra querida Iglesia Católica. (Catecismo, N. 328)

Se recuerdan en varios textos bíblicos, entre ellos del Salmo 90: “A sus ángeles ha dado órdenes Dios, para que te guarden en tus caminos“. Y en aquella otra frase tan famosa de Jesús: “Cuidad de no escandalizar a ninguno de estos pequeñuelos, porque sus ángeles están siempre contemplando el rostro de mi Padre Celestial“. En el Nuevo Testamento es tan viva la creencia de que cada uno tiene un ángel custodio, que cuando San Pedro al ser sacado de la cárcel llega a llamar a la puerta de la casa donde están reunidos los discípulos de Jesús, ellos creen al principio, que no es Pedro en persona y exclaman: “Será su ángel” (Hechos 12, 15).

El Angel Custodio nos acompaña siempre como testigo de mayor excepción. El será quien, en tu juicio particular, recordará las delicadezas que hayas tenido con Nuestro Señor, a lo largo de tu vida. Más: cuando te sientas perdido por las terribles acusaciones del enemigo, tu Angel presentará aquellas corazonadas íntimas quizá olvidadas por ti mismo, aquellas muestras de amor que hayas dedicado a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo.

Por eso, no olvides nunca a tu Custodio, y ese Príncipe del Cielo no te abandonará ahora, ni en el momento decisivo.

(San Josemaría, Surco, Vida interior, Punto 693)

“El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel“, decía San Agustín.

“Ángel” significa “enviado“. Y es que nuestro Padre Dios los ha enviado y los envía constantemente:

A lo largo de toda la historia de la salvación, los encontramos, anunciando de lejos o de cerca, esa salvación y sirviendo al designio divino de su realización: cierran el paraíso terrenal (cf Gn 3, 24), protegen a Lot (cf Gn 19), salvan a Agar y a su hijo (cf Gn 21, 17), detienen la mano de Abraham (cf Gn 22, 11), la ley es comunicada por su ministerio (cf Hch 7,53), conducen el pueblo de Dios (cf Ex 23, 20-23), anuncian nacimientos (cf Jc 13) y vocaciones (cf Jc 6, 11-24; Is 6, 6), asisten a los profetas (cf 1 R 19, 5), por no citar más que algunos ejemplos. Finalmente, el ángel Gabriel anuncia el nacimiento del Precursor y el de Jesús (cf Lc 1, 11.26).

(Catecismo, N. 332)

En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales (Pío XII: DS 3891) e inmortales (Lc 20, 36). Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello.

San Bernardo en el año 1010 hizo un sermón muy célebre acerca del Ángel de la Guarda, comentando estas tres frases: Respetemos su presencia (portándonos como es debido). Agradezcámosle sus favores (que son muchos más de los que nos podemos imaginar). Y confiemos en su ayuda (que es muy poderosa porque es superior en poder a los demonios que nos atacan y a nuestras pasiones que nos traicionan).

Ojalá este pequeño recordatorio nos sirva para acordarnos de nuestro Angel de la Guarda y el de los demás.

Cuando tengamos que hacer un viaje solos, conversemos con él, que nos será una dulce compañía.
Cuando vayamos a manejar un auto, hacer un deporte, organizar una fiesta, encontrar una cosa perdida, pidámosle su ayuda.
Cuando queramos aconsejar a un amigo, hablémosle primero al Angel de éste.


Y siempre, pidámosle a los custodios de nuestros hijos que los protejan.

Si, también nuestros familiares y queridos que Dios se ha llevado, participan en la misión de los ángeles. Ver “Mis dos ángeles“.

Tengamos una conciencia constante de su presencia, un amigo que está junto a nosotros. Pero no es un amigo cualquiera, es un santo, porque está también junto a Dios Padre, tan santo como los de nuestra mayor devoción. Y además es un santo que nuestro Papá nos mandó para que nos proteja. O sea, ¿qué más se puede pedir?

Ahora bien, alguno me dirá ¿y por qué no me está ayudando? Dios nos hizo libres, y los ángeles tienen que respetar esa libertad. Los ángeles no entran en nuestra conciencia, hay que tener una comunicación constante con ellos.

Pero qué lindo es pensar, que al lado de cada persona que nos rodea, a donde vayamos, está su Angel de la Guarda.

En adelante, cada vez que saludemos a alguien, acordémonos de saludar a su Angel.

www.bjnewlife.org

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